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06/07/2021

Gestionar las emociones en la oficina





“No somos responsables de las emociones, pero sí de lo que hacemos con ellas”, Jorge Bucay

Una magnífica película de Pixar (Inside out), ha puesto de manifiesto cómo las emociones condicionan y, probablemente, guían nuestro comportamiento, por muy racionales que creamos ser (pensamiento, emoción y acción son eslabones de la misma cadena, según la Psicóloga Emocional Ciara Molina).

Los expertos en análisis transaccional identifican cinco emociones básicas: miedo, alegría, tristeza, enojo y afecto, aunque algunos las reducen a dos: me gusta o no me gusta. Las emociones son naturales, resultado de la actividad química y eléctrica del cerebro, y cada una tiene un significado y utilidad específica.

Es bien conocido que reprimir las emociones es muy perjudicial para la salud, tanto mental
como también física.  




Pero, por contra, en el ambiente profesional, saber controlar las emociones es crítico, y no sólo para las personas que trabajan directamente con los clientes, ya que, sino, pueden afectar nuestro trabajo, nuestro rendimiento, la calidad de nuestro desempeño, con funestas consecuencias profesionales.

Las emociones, positivas y negativas, se sienten, y no sólo no se pueden evitar sino que es bueno que se manifiesten, pero podemos reaccionar de forma diferente ante las mismas emociones, y eso depende sólo de nosotros. Y no sólo me refiero a las emociones que se generan en el entorno laboral, sino también a las que traemos de nuestro entorno familiar o de ocio.

Cuando podemos estar sometidos a emociones negativas muy fuertes, es imprescindible desarrollar estrategias para poder controlar y manejar estas situaciones. Algunos consejos en ese campo pueden ser
Intenta mantener la calma en todo momento. Para ello, puede ser útil recurrir a la relajación o al pensamiento positivo, intentando alejar los pensamientos negativos. Debemos tratar de liberar tensiones, ya que muchas veces son la causa de que aparezcan emociones negativas.

Tómate tu tiempo en tomar conciencia de tus emociones, en identificar lo que sientes de verdad. Conocer y aceptar lo que se siente, es un paso decisivo para gestionar las emociones, y para ello, es bueno verbalizar el problema y detectar lo que se siente ante él. Sería algo así como practicar el diálogo interno.




Piensa antes de actuar. El sabio consejo popular, “cuenta hasta 10“
Controla tus impulsos al expresarte. Debemos intentar que nuestras emociones no se traduzcan en las palabras que salgan de nuestra boca.
Si sientes la necesidad de exteriorizar tu descontento (llorar, maldecir…), lo mejor es alejarse y hacerlo en privado. Una vez recobrada la compostura, se podrá intentar recomponer la situación con compañeros, jefe o quien haya generado el descontento desde la tranquilidad y con más garantía de éxito.

Plantea un objetivo positivo. Ante un problema que genera una emoción negativa, podemos quejarnos y sentirnos una víctima, lo que agrava estas emociones, o plantearnos qué podemos hacer para revertir, o al menos paliar, la situación problemática y plantear un plan de acción para alcanzarlo.
Ante excelentes noticias (promociones, aumento de sueldo…), recuerda que estás en la oficina y que es conveniente guardar la compostura. Además, mostrar una alegría desbordante puede generar ampollas o rencores en aquellos compañeros que no estén en la misma situación.
Practica una tecla de “borrado emocional”. Ante una situación que te afecte de forma especialmente negativa y que no puedas gestionar en ese momento, recurre a personas, situaciones, recuerdos… que te sean especialmente placenteros. La conexión con algo positivo ayuda mucho al restablecimiento emocional


Las organizaciones en general y los jefes en particular, deberían tomar conciencia de la importancia de las emociones en el entorno profesional, y ayudar a su adecuada gestión. De eso trataré en otra entrada de este blog, aunque podemos anticipar que medidas como las que plantea el jefe de Dilbert, probablemente no son las más aconsejables.






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